"In the Rooms" por Nuar Alsadir
He estado allí, en las habitaciones,
Donde la adicción toma su lugar,
Madres sentadas lado a lado,
Buscando consuelo, buscando gracia.
Hablan de batallas libradas solas,
En la oscuridad, sin nombre,
De niños perdidos y corazones
desolados,
De culpa, de amor y de vergüenza.
Enfrentar un embarazo mientras se lucha contra la adicción es una realidad para muchas mujeres, un tema que a menudo permanece en la sombra, rodeado de estigma y falta de apoyo.
«Me drogué y estoy embarazada» no es simplemente una confesión; es una llamada de atención sobre las complejas intersecciones entre adicción, embarazo y maternidad. Esta realidad involucra diversos factores, como el consumo de sustancias en el embarazo, el estigma social, cuestiones de género y la urgente necesidad de abordar esta situación con empatía y soluciones efectivas.
Partiendo de esto, las estadísticas del estudio nacional en población de 12 a 65 años, sobre Consumo de Sustancias Psicoactivas en Argentina en 2017 nos muestra que, para todas las drogas ilícitas, los varones presentan tasas de consumo superiores a las de las mujeres. Al ser una minoría la mujer en cuanto
a la adicción, podría llevar a una falta de representación en términos de programas específicamente diseñados para las necesidades únicas de aquellas que luchan contra la adicción, siendo un impedimento a la hora de pedir ayuda.
Al entender eso, es posible comprender qué son las adicciones y por qué ocurren. La Lic. Paola Vázquez, co-directora del servicio de prevención y asistencia de las adicciones, se erige como una voz de conciencia y comprensión en medio de la problemática. En una entrevista reveladora, Vázquez aborda la complejidad de las adicciones, especialmente en madres, desde diferentes perspectivas como la salud mental, el estigma social y las políticas de prevención.
Por dichos motivos, define a las adicciones como una problemática de muchísimas causas y aristas. Entre esas causas tiene que ver con la: Subjetividad, sustancia y contexto socioeconómico.
También sostiene que es una problemática de la salud, que debe ser tratada en el área de la salud, y por ende es una enfermedad.
Asimismo, frente a esta silenciosa problemática, el servicio de asistencia y prevenciones de las adicciones en Tucumán, se adentra en el delicado equilibrio de ser madre y adicta con una mirada femenina, brindando un apoyo especializado a través de la subjetividad femenina y mediante un grupo
específico dedicado a las problemáticas de género. Se reciben derivaciones del servicio de obstetricia y ginecología para asegurar una continuidad en el tratamiento una vez que la madre esté por dar a luz.
En un ambiente de confidencialidad y profesionalismo absoluto, se evita juzgar a las madres por su
consumo, reconociendo que las adicciones no piden permiso. Se destaca la importancia de recordarles que siempre hay una salida y que nunca están solas en su lucha.
En adición, la psicóloga diferencia que la maternidad puede no ser un disparador de las adicciones. Recuerda de un caso específico, en donde la paciente estaba por ser madre y ello lo motiva a dejar de lado las drogas, pero sí destaca que es un tema complejo que varía de caso en caso, por ello agrega:
“No existen generalidades en la salud mental, ya que cada individuo tiene su propia subjetividad y experiencias únicas que influyen en su relación con las adicciones”

El estigma social
Las madres enfrentan múltiples desafíos en el camino de las adicciones. Entre estos, las expectativas sociales juegan un papel crucial. Por constructos sociales, lo femenino está ligado a la maternidad, a la empatía, cuidado de la pareja y, sobre todo, de los hijos. Se espera que cumplan con el ideal de ser una «madre perfecta», lo que implica adherirse a normas sobre cómo deben comportarse.
Sumado a esto, según Belén Diaz integrante del equipo del servicio y trabajadora social, señala que: «Algunas de las madres que caen en las adicciones, son las únicas responsables de su familia, hay un hogar monoparental, es decir que la mama asume toda la responsabilidad de la estructura familiar, mientras que la figura paterna está ausente’’
Por consiguiente, si hablamos de las expectativas de la sociedad en las mujeres, se relaciona con el estigma social que se genera en la maternidad y la adicción.
Las mujeres que consumen recaen un doble estigma: por ser consumidoras de sustancias y por romper con el modelo construido e idealizado que les fue asignado socialmente. Una mujer que es madre y consume, será juzgada y se enfrenta a un estigma social que la condena o la margina. Vázquez sostiene que la sociedad tiende a ver la adicción como una falla moral en lugar de una
enfermedad, lo que aumenta la vergüenza y el aislamiento, ella añade:
‘‘Un estigma es un prejuicio, pero va más allá, está arraigado con la problemática de género. Una mujer puede consumir al igual que los varones; aunque siempre es diferente el ‘consumo’ porque es juzgada, criticada y tiene muchos prejuicios. Y es algo que de la mujer no se espera, pero del hombre sí, que se ‘chupe todo de las paredes’ que ‘se dé con todo’ y de una mujer esperamos que esté avocada a la paciencia, el servicio, lo políticamente correcto’’
Se entiende como una desviación de su rol. El incumplimiento de los mandatos de género, además de suponer un cuestionamiento de su identidad y valía como persona, suele ser magnificado cuando se trata de mujeres. La licenciada Vazquez expresa la importancia de tratarlo como una cuestión y problemática de género, en lo que advierte:
‘‘Muchos más si sos madre incluso, si estuviéramos en la edad media sería quemada en hoguera. Entonces me parece que más allá del consumo tiene que ver con cuestiones de género porque en la mujer es ‘más visto todo’.
Frente a esto, se le ha preguntado del consumo masculino respecto del femenino: ‘‘Sí creo yo que hay un consumo diferente, obviamente, y sobre todo en las que son madres (deben cocinar, limpiar, cuidar a los hijos) muchas veces son el único pilar del hogar. Y si están muy comprometidas con el consumo,
realmente es un padecimiento tremendo. Que en el hombre no, no importa si trabaja no, simplemente no es cuestionado; ni siquiera en lo personal o lo social’’
Barreras a la hora de pedir ayuda.
Durante sus años de experiencia en el servicio, tanto Paola como Belén, afirmaron que la consulta de madres adictas se presenta en un porcentaje menor. Por un lado, la psicóloga recalca que el motivo puede ser por el estigma y prejuicio en el que ‘‘esta re mal visto’’ que las madres consuman, pero es una
realidad que sucede. Asimismo, la existencia del estado “regulador”; que va a ser quien te diga si podés seguir teniendo ese hijo o no. Y por el otro lado, Diaz desde la perspectiva de la asistencia social, remarca:
‘‘Llegan al servicio cuando ha pasado una situación grave ya sea por guardia o embarazo. Llega en un momento como complejo, en el que ‘no puede más’ para recién hacerse atender. Y si hay estereotipos y estigmas en relación a la mujer, es más difícil que pueda llegarse acá, por cuenta propia. Puede ser que alguien la esté mandando para que venga, o que le pase algo con respecto a su salud para poder acudir a este servicio’’
Además, declara que entre las barreras que impiden a la madre la búsqueda de ayuda, se encuentra el temor a la labor del asistente social. Por este motivo expresa que: ‘‘La figura del trabajador social, es más bien negativa. Porque se cree que nuestra función es el famoso mal llamado: ‘sacarle o quitarle’ el hijo a la madre. Pero en realidad tiene distintas áreas y el niño, siempre y cuando se encuentre con algún tipo de riesgo es cuando, obviamente, se hace el ‘egreso de hogar’ que ese es el nombre técnico. Y hay un organismo de competencia que evalúa si la familia está en condiciones de poder estar a cargo del cuidado de la crianza de los niños. Siempre resguardando de que no esté ni la madre ni el niño en riesgo y el contexto psicosocial. Y es por la ‘Ley de protección integral’ que resguarda a los niños y adolescentes. Así que, en basándonos en eso se da el marco regulatorio-normativo de la protección del niño o adolescente’’
A su vez, Belén habla de que lo último que se busca es el egreso del hogar e institucionalizarlo al niño (que vaya a algún tipo de hogar, como Sala Cuna). Tras una investigación previa, se intenta derivar al niño a la familia ampliada (tío, abuelo, abuela, etc.) y como última instancia el egreso del hogar, en donde
muchas veces la condición para que el hijo/a pueda volver al hogar, es que la madre siga un tratamiento para dejar de consumir. En la que siempre hay un seguimiento del niño desde la dirección de familia.
Por último, Belén y Paola, ambas dedicadas al aérea de las entrevistas y proceso ambulatorio del servicio, cuentan sobre lo valioso que es la creación de un espacio dedicado a las mujeres. Específicamente, el área de mujeres en el servicio surgió por la petición de una paciente para que tengan un lugar de
confidencialidad y puedan sentirse más seguras y comprendidas a la hora de contar sus historias.
‘‘Desde este espacio no juzgamos, bridamos soluciones posibles’’
Rehabilitación, promoción y prevención por parte del estado.
Otro aspecto que es primordial para cualquier adicto es la rehabilitación. ‘’Cuando las mujeres que son madres están en tratamiento, es muy importante trabajar el sentimiento de culpa que genera haber transgredido el mandato de ser ‘buena madre’, expresa la psicóloga. Asimismo, hay muchas de ellas que desean mejorar, ya sea para recuperar la tenencia de sus hijos o por su propio bienestar. También sostiene: ‘‘se debe tratar el porqué, que la llevo a consumir, que está tapando detrás de esta sustancia’’
Sabemos que, para cualquier enfermedad, la promoción y prevención por parte del estado juega un papel fundamental en la misma. En calidad de prevención el servicio, ofrece talleres en escuelas cercanas al hospital Avellaneda, Vázquez y su equipo trabajan incansablemente para generar conciencia y promover la salud mental en la comunidad. Su compromiso con la eliminación del estigma y
la promoción de la comprensión hacia las madres adictas es evidente en cada palabra que pronuncia.
Del mismo modo, los talleres en escuelas, espacios de discusión en equipos de salud y la continuidad de servicios especializados son algunas de las acciones que buscan generar un impacto positivo en la sociedad y en la vida de estas mujeres valientes que luchan día a día por su bienestar y el de sus hijos
En medio de la conmemoración del Día Internacional de la Prevención del Uso Indebido de Drogas, se destaca la importancia de eliminar los estigmas y prejuicios en torno al consumo de sustancias, especialmente en madres. La sociedad, desde los profesionales de la salud, iglesias, referentes barriales,
escuelas, clubes, políticos y hasta los ciudadanos comunes, tienen un rol crucial en la visibilización de las adicciones y el apoyo a las madres adictas, promoviendo la empatía y la concientización en la comunidad.
A esto Vazquez revela: ‘’Es algo que nos involucra a todos, por qué puede pasar que alguien que esté bajo sustancias, vaya por la calle y te asalte o choque. Inclusive la misma madre que junto a sus hijos piden plata en el semáforo’’.
Por último, en esta entrevista, tanto la psicóloga como la asistente social, enfatizan en que, a través del entendimiento, la eliminación del estigma y la implementación de políticas y programas adecuados, es posible brindar a estas madres y sus hijos una oportunidad de un futuro más saludable y
esperanzador.
Por ello, Paola Vázquez culmina diciendo:
‘‘Hay que entender que no las podemos juzgar en sus decisiones y elecciones porque siempre uno toma elecciones en base a lo que puede y siente. Y también quitar ese peso que las mujeres siempre deben ser ‘mamas heroína’ (como una especie de superhéroes) ellas pueden fallar, equivocarse y volver a empezar’’

