Pablo Agustín Costilla, nació hace cinco meses poco antes de la medianoche, en la oscura y
fría orilla de la ruta 307, muy cerca del Monumento al Indio; la circunstancia lo bautizó como
“El niño del cerro”.
La primera luz que vio en su vida fue la brillante y temblorosa linterna de un celular. El
nacimiento del pequeño Pablo -literalmente pequeño, porque pesó apenas 2,30 kilos- fue
una historia de película. Una conjunción de sucesos azarosos que dejó a todos
sorprendidos. Principalmente a sus jóvenes padres, quienes aseguran que no sabían nada
del embarazo. La misma cara de asombro y un poco de sospecha, tenían los abuelos del nene, cuando estaban instalados en el Hospital de Concepción acompañando a su hija y a su nieto en las
revisiones de rutina.
Isabel Luna tiene 21 años, pero físicamente parece una adolescente. Delgada, de cara
aniñada, y bajota, ahora está infinitamente enternecida por lo que le sucedió. Junto a un grupo de
amigos y a su novio, Agustín Costilla de 19 años, fueron a pasar el fin de semana a El
Mollar. Ella es de Alto Verde, localidad ubicada a 15 kilómetros de Concepción. “Estábamos
a la orilla del lago pasando la tarde y sentí unos fuertes dolores en la panza. Entonces le
pedí a Agustín que me acompañara a la casa en la que estábamos parando”, cuenta la
flamante mamá.
Los dolores no aflojaban, eran cada vez peores, entonces pidieron asistencia a una vecina.
Ella los acompañó al CAPS de El Mollar, donde pensaron que se trataba de la vesícula, por
lo que pidieron una ambulancia para trasladarla a Concepción.
A Agustín no le gustan las curvas y contracurvas del cerro. Dice que lo descomponen y le
dan ganas de vomitar. Eso, sumado al susto por el estado de su novia y a la velocidad con
la que iba la ambulancia, lo hizo vivir el peor viaje de su vida. Y todo empeoraba, porque
comenzó a ver que algo extraño salía de la parte baja del abdomen de su novia. Ella estaba
al borde del desmayo y él también, pero le quedaron reflejos pera pedirle ayuda al chofer de
la ambulancia, quien atinó a frenar a la orilla de la ruta. En ese momento, Carlos Yelma, el
conductor, se percató de que el problema de Isabel no era la vesícula. Ella había entrado en
trabajo de parto y a los pocos minutos perdió el conocimiento.
Después de ver todo negro, Isabel era otra persona. Una mujer que se había convertido en mamá.
Estaba en el último tramo de un parto inesperado, desconcertada, mirando la desesperación
de su novio, del chofer de la ambulancia, de un médico que justo pasaba por la ruta y de lo
que ella, varias horas después, llamó “un ángel”. Es que Ángel Benjamín Rodrigo, policía
que esperaba un auxilio mecánico en la 307, se convirtió en su partero (ver aparte). “No nos
veíamos ni las manos, todo fue a la luz de la linterna del celular”, contó Rodrigo.

A pesar de todo el trajín, fue un parto sencillo. Pablo Agustín llegó a los brazos de su mamá
sin más inconvenientes que la improvisación y -nuevamente- la sorpresa que ocasionó a
toda su familia. Isabel sostenía una y otra vez que no se había
percatado de que estaba embarazada. “Quizás se movía de noche, porque de día nunca
sentí nada raro”, afirmó.
Son esas cosas que pasan pocas veces en la vida, pero para las que hay que estar
preparados. Ángel Benjamín Rodrigo, comisario de la Policía de Tucumán, fue héroe por
una noche. Adentro de una ambulancia, y en medio de la ruta 307, ayudó a traer al mundo
al hijo de Isabel Luna.
El comisario
Rodrigo se desempeña en la seccional Primera, en San Miguel de Tucumán. Fue a pasar el
fin de semana a Amaicha del Valle. Cuando regresaba, su vehículo sufrió un desperfecto y
quedó varado. “Eran las 22 y se me apagó el auto mientras manejaba. Logré estacionar en
una curva y poner las balizas. Era la bomba hidráulica”, explicó el policía. “El auto que iba
atrás paró para auxiliarnos y llevó a mi familia hasta la ciudad. Yo me quedé solo. Estaba
muy oscuro, no me podía ver ni las manos”, contó.
No lo niega: en medio de la oscuridad sintió algo de miedo. Temía ser víctima de un robo o
que se produjera un choque, porque la ruta a los Valles tiene una banquina angosta.
Mientras esperaba que llegase la grúa sucedió algo que califica como “maravilloso”. “Como
a las 23, una ambulancia se paró detrás de mi auto. Yo, en mi desgracia, me acerqué para
ver si necesitaba ayuda”, relató entre risas el comisario. Carlos Yelma, el chofer de la
ambulancia, le explicó lo que ocurría.
“Tenía a una chica muy jovencita, de 21 años, pero parecía de 16 o 17, y otro joven de edad
similar (el novio, Agustín Costilla, de 19 años). Ella estaba a punto de dar a luz. Carlos me
dio unos guantes. La chica venía con un diagnóstico de dolores en el vientre. Los chicos no
sabían que traían un bebé al mundo”, contó Rodrigo. “Hice lo que me enseñaron en la
Escuela de Policía”, relató.
“Dios hizo posible lo imposible y el chico salió solo; la chica casi que no hizo fuerza. Lo
recibimos y al toque lo tapamos con una manta. Le hice los dos nudos al cordón umbilical
con el cordón de mi zapatilla para cortarlo, porque en la ambulancia no había con qué
hacerlo. Cuando fui a buscar un cuchillo que tenía en el auto, estacionó un joven y nos dijo
que era médico. Él le corto el cordón. Cuando le quisimos dar el nene, la chica estaba
confundida, primero no lo quería recibir”, manifestó Rodrigo, que se autoproclamó como el
“policía partero”.
La ambulancia siguió su camino hacia Concepción con la nueva familia y Rodrigo se quedó
esperando la grúa. Cuando Yelma volvió a pasar por el lugar, el policía todavía seguía allí,
así que le dejó una gaseosa y continuó hasta El Mollar. La grúa llegó cerca de las 3 de la
mañana y el comisario recién pudo volver a su casa.
“Sí, es posible que la joven no se haya dado cuenta de que estaba embarazada. Estaba
tomando anticonceptivos y pensó que por eso no le venía la regla. Le vamos a enseñar el
uso correcto de los anticonceptivos. El bebé nació prematuro tardío, es decir que cumplió
los meses de gestación pero no maduró como lo hace un bebé normal de 36 semanas. Está
en buen estado, pero igual le harán los estudios correspondientes para asegurarnos”,
detalló Aída Carrizo, subsecretaria del Hospital Regional de Concepción. “Estamos
contentos de haber recibido a “El niño del cerro”, destacó Carrizo.
Por: Santiago Hernández Robeff


Tremenda historia!